20 septiembre, 2010

Lunes, 20 de septiembre de 2010

Mi Jesús, el que enciende la lámpara eres tú, eres quien pone el aceite y la mantiene encendida eres tu, por eso enséñanos a iluminar con tu luz, a no alardearnos de lo que hemos recibido gratuitamente, pues la lámpara no debe presumir de lo que no le pertenece.



Señor hablas concretamente a los apóstoles y les recuerdas que todo lo oculto sale a la luz como para enseñar dos cosas: una, que tu descubres la intención del corazón, la cual debemos velar para que sea siempre recta, pensando solo en agradarte y en el evangelizar para que te conozcan; y la segunda, para darnos confianza, pues si vamos en tu nombre, por mas calumnias que salgan, no hay problema, te tenemos a ti y tarde o temprano tu harás justicia.



María Sma. ayúdanos a ser luz donde hay oscuridad sin volvernos oscuridad, sin desear la oscuridad, pues al haber luz se descubren los corazones y reconozcan que necesitan de Dios, aunque al principio se quiera ocultar el vacío, pues no se ve.

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