Lo interior se manifiesta en lo exterior, por lo tanto, es necesario avivar, renovar y permanecer en el encuentro íntimo con el Señor, para que con sinceridad y con raíces profundas de humildad –que nadie ve– se pueda tener manifestaciones de amor y misericordia.
¿Qué tan importante son las palabras que decimos? Pues el Señor responde: “de la abundancia del corazón habla la boca” por mas que queramos engañar con las palabras, en la continuidad del discurso, se termina descubriendo la verdad, por eso somos llamados a introspectar en nuestro corazón, para que con la Divina Gracia, podamos ordenar lo desordenado, quitar lo que no sirve y construir sobre el Corazón Inmaculado y el Sagrado Corazón.
San José patrono de la vida interior, enséñanos a amar, a sufrir y a callar.
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