04 septiembre, 2010

Sábado 4 de septiembre de 2010. Lc 6, 1

¿Por qué razón los hombres siempre nos preocupamos de lo exterior y pocas veces nos preocupamos de los esencial? Queremos tener la pareja más hermosa, no importa que sea poco virtuosa, queremos tener el carro más brillante y los hijos más inteligentes. Son pocos los que soportarían tener un hijo con algún síndrome, y la gran mayoría desea vivir en el sector más exclusivo de la ciudad. En cambio, aquellos que se atreven a mirar más allá, pueden gozar con las cosas por pequeñas que sean. No hablo de conformismo, sino que hablo de auténtica riqueza.

Lo mismo sucedió a aquellos hombres que estaban observando cómo los discípulos arrancaban espigas y las comían. No les importó lo esencial del día sábado sino lo meramente superficial. Jesús hace una defensa apologética “con la Biblia en la mano” acerca de la licitud de aquel acto. ¿Pero qué nos quiere decir todo esto?

Las espigas son el fruto que ha dado el mundo. Los apóstoles no sembraron aquel fruto pero lo empezaron a recoger. Los fariseos se indignan porque era sábado (y seguramente dueños de aquel campo). Jesús acompaña a sus discípulos y los guía por entre los campos de trigo.

Los que siguen a Jesús, incluso en su tiempo de descanso cosechan los frutos del Reino de los Cielos, y su alimento es hacer la voluntad de Dios. Los que se creen dueño del destino de los pueblos seguramente estarán es oposición puesto que se creen dueños de la salvación de las personas. Los “grandes” de este mundo atacan a Jesús, pero ellos mismos se autoproclaman mesías, pero no un mesianismo religioso sino secular; pretenden ser los salvadores del mundo por medio de sus enseñanzas.

María Inmaculada, son muchos los que nos quieren “pastorear”. Está la Iglesia que nos quiere pastorear hacia el Reino de los Cielos y está el mundo que nos quiere pastorear hacia sus propios intereses. Quien te mira a ti encuentra el camino correcto. Quien te sigue escucha a Cristo, quien te ama tiene el Espíritu Santo. Madre Inmaculada, guía e inunda mis pasos con tu luz.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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