21 septiembre, 2010

El Llamado a la Santidad


El Señor llama a un recaudador de impuestos el cual en el tiempo de Jesús eran personas que se aprovechaban de las personas pobres, eran avaros y además sabían que eran pecadores pues sus injusticias eran claras. Jesús llama a un cobrador de impuestos a Mateo, lo llama y le dice que los siga, le pide que deje su pecado y que lo siga, le dice el rey de reyes que se vaya con Él. Es un llamado de Dios, de Jesús, es un vacare de Dios al hombre, Mateo se convierte de pecador empedernido a un apóstol buscador de misericordia en Dios y dador de esa misericordia a los hombres. Es el llamado al cual Mateo respondió muy bien y lo siguió.

Ahora bien, este llamado se parece al que muchos jóvenes experimentamos en algún momento de su vida cuando el Señor le dice ven y sígueme, ven y sígueme es las palabras que Jesús nos hace en el momento de la conversión y aquí la llamada o la vacación es a la santidad, una santidad que es posible con la gracia de Dios, una santidad la cual no depende de un estado de vida especifica sino de la entrega en ese estado de vida especifico. La santidad es la cumbre del llamado del hombre, es para lo que Jesús nos ha llamado por esta razón merece la mejor respuesta, merece que lo sigamos de la forma que nuestro corazón lleno del amor emanado de Él nos diga.

"Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación" (1 Tes., 4,3; Ef., 1,4). Esta santidad de la Iglesia se manifiesta incesantemente y se debe manifestar en los frutos de gracia que el Espíritu Santo produce en los fieles” (Lumen Gentium 39)

Oh virgen inmaculada tú eres participe del llamado de Dios a la santidad, tú participas de la santidad de Jesús, enséñanos a llegar al reino de Dios, madre tú que estas a la derecha de Jesús permítenos llegar muy cerca de ti, llegar a tu lado, madre llévanos a las cumbres del reino por amor a tu hijo, por la gloria de Jesús y en el estado de vida en el cual nuestro corazón sea pleno.

¡A ti madre querida, enséñanos a amar!
“Ad Maiorem Dei Gloriam per María!

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