22 septiembre, 2010

La providencia Divina

Los discípulos de Cristo debemos ser conscientes de la labor que tenemos. Es una tarea que se nos ha encomendado. Nos encomienda predicar y curar; pero teniendo claro que es de Él que procede la palabra precisa, que es de Él el tocar los corazones, es de Él el convertir las almas de los pecadores. Se nos da la tarea como instrumentos inútiles, nada más.
Y para que recordemos que es su fuerza la que nos mueve, nos manda sin apegos, desprovistos de nuestras seguridades, de nuestro bastón para que nos apoyemos en Él, de nuestro alimento para que su palabra nos alimente, de nuestro techo para refugiarnos bajo sus manos.
Se dice fácil, pero salir sujetos a la providencia Divina es un salto de fe que todos tenemos que dar. Solo allí seremos conscientes que es Él quien actúa, no nosotros.

Mamita María enséñame a ser humilde, a entender que es Dios quien actúa y no yo, que soy solo un siervo inútil. Hazme vivir la Divina Voluntad y la Providencia del Padre en cada momento de mi vida. Amén

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