En este evangelio, Jesús dice a los 72 que envió a las ciudades a anunciar la llegada del Reino que no llevaran dinero, alforja ni calzado.
El dinero sirve para comprar lo que se necesita, la alforja para llevar lo que se tiene o lo que se compra y el calzado sirve para avanzar más seguro y rápido. Si cuando anunciamos el Reino de los Cielos no llevamos dinero, entonces no podremos comprar todo lo que se necesita y pasaremos cierta necesidad. Entonces será necesario recurrir a la Divina Providencia y a aceptar lo que las personas nos quieran ofrecer como fruto de su bondad.
No llevar dinero implica confiar en que Dios dará todo lo necesario.
No llevar alforja implica que no podremos cargar con nada más que lo estrictamente conveniente y necesario, ya que no tendríamos espacio para nada más. Sin la alforja no podemos llevar provisión adicional de comida o cosas innecesarias. No llevar alforja implica confiar en que Dios dará todo lo necesario.
No llevar calzado implica no andar a las carreras, seguros de nosotros mismo, sino calcular bien el recorrido, ser astutos para no lastimarnos, andar despacio y dedicar a cada alma el tiempo que sea necesario. No llevar calzado implica andar rezando el salmo 90 «no dejara que mi pie tropiece».
En definitiva, Jesús quiere que seamos como María: Castos, pobres, obedientes, humildes. Este evangelio me habla de la Inmaculada porque en ella encuentro todas las virtudes que necesito para seguir perfectamente al Señor.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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