“Dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: "Extiende tu mano"
Mi Jesús, no solo querías sanar a aquel hombre que tenía su mano paralizada sino que miras a todos, porque querías enseñar – “entró en la sinagoga y comenzó a enseñar”– y este acto de sanación era a su vez una enseñanza para los escribas y fariseos, ¡que gran caridad tienes!
Mi Señor, ante el amor que das, recibes un rechazo y sin embargo, pasas haciendo el bien, no dejas de ejercer la caridad y a nosotros ¿que nos detiene ejercer el amor? ¿Acaso el rechazo, el sueño, el orgullo, la comodidad?
Santísima Virgen Inmaculada, enséñanos a amar sin medida, hasta que duela, sin respetos humanos, sin ver apariencias, sin buscar la gratitud o agrado de las personas, solo hacerlo para, por, con y en ti. Amén
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